lunes, 15 de septiembre de 2014

En relación con...




En relación con…


Los seres humanos estamos continuamente en relación con los demás. Desde que nos levantamos, interactuamos con diferentes personas: nuestra pareja, ese conductor del bus que siempre nos espera cuando vamos corriendo, el compañero de trabajo impertinente, nuestro mejor amigo, el jefe que pide trabajo urgente justo a la hora de salir, nuestros hijos,… En esa relación con los demás, entran en juego muchos elementos que influyen en nuestro estado emocional. Nos comunicamos, nos enfadamos, nos retraemos, nos reconciliamos,… Conocer esos elementos y la manera en que nos afectan resulta clave para lograr unas relaciones saludables, unas relaciones desde y con bienestar.

Somos seres sociales. Entre nuestras necesidades psicológicas básicas, está la de reconocimiento. Todos necesitamos que el otro nos transmita de alguna forma que existimos, que nos tiene en cuenta. Una palabra de ánimo, una mirada de aprobación o un abrazo son formas de expresión de reconocimiento. La expresión más saludable de satisfacción de esta necesidad implica amor y respeto. Sin embargo, no siempre obtenemos cariño, ni nos felicitan por nuestro trabajo, ni nos espera el conductor del bus. Pero, curiosamente, preferimos eso a no obtener ningún tipo de respuesta. Es mejor obtener una mala contestación que no tener ninguna. Cuando alguien me dice que le caigo mal no soy indiferente para esa persona, pero si me ignora ¿existo?

A pesar de que prefiramos un reconocimiento negativo a ninguno, cuando lo experimentamos
nuestras reacciones pueden ser variadas, desde el enfado, hasta la culpa, el bloqueo o incluso el aislamiento (evitar el contacto con los demás). Estas reacciones pueden generarnos sufrimiento. Conocerlas, comprenderlas y aceptarlas son los primeros pasos en el camino de la transformación. Es importante que entendamos qué es lo que nos hace reaccionar así, por qué y para qué lo hacemos. Y así lograr querernos a nosotros mismos incluso, y sobre todo, con aquellos aspectos que menos nos gustan. La clave de una relación saludable con los demás está en comenzar por crear una relación saludable con uno mismo.

Cuando nos relacionamos con el otro, entran en juego, no sólo mis necesidades, mis deseos, mis conflictos sino también las necesidades, deseos y conflictos de la otra persona, de manera que se conjugan una serie de variables sobre las que hay que poner conciencia para que no nos reporten malestar. Uno de los espacios donde podemos comenzar a poner conciencia sobre tales aspectos es en la comunicación.



Según la teoría del Análisis Transaccional, en toda comunicación existen dos niveles: el social y el psicológico. El nivel social está compuesto por los mensajes que emitimos verbalmente; mientras que el nivel psicológico está formado por los mensajes que transmitimos con el lenguaje no verbal (gestos, entonación…). En el nivel psicológico, reside la intención que tenemos en esa comunicación, es decir, qué buscamos con ella (generar confianza, recriminar por algo, caer bien, hacernos respetar, etc.). Gran parte de los problemas de comunicación que existen se deben a una falta de coincidencia entre el nivel social y el psicológico y, sobre todo, a una falta de conciencia sobre de lo que transmitimos en el nivel psicológico. Imaginemos una pareja en la que la mujer le pregunta al marido “¿Qué has hecho con mis calcetines?”, a lo que él responde “Los he puesto en el cajón”. En principio, no tendría que haber conflicto, pero qué podría suceder si en esta conversación sucede lo siguiente:
 
- Mujer (duramente, músculos faciales tensos, frunciendo el ceño): ¿Qué has hecho con mis calcetines?
- Marido (voz temblorosa, actitud defensiva y desafiante): Los he puesto en tu cajón.

Parece que la cosa cambia. Se podría hablar incluso del comienzo de una discusión. Aquí se puede observar cómo lo que se transmite a nivel psicológico se aleja mucho de lo que se dice a nivel social. Por ejemplo, aventurándonos a poner hipótesis, los mensajes a nivel psicológico podrían ser:

- Mujer: (¡Estás siempre desordenando mis cosas!)
- Marido: (¡A mí no me hables en ese tono, encima que hice la colada!).

Por tanto, otro de los pasos en el camino hacia la creación de relaciones saludables consiste en tomar conciencia de tales mensajes, para de este modo, poder atenderlos y no entrar en el juego de conflicto que desencadena. 

Todos tenemos necesidades, experimentamos dificultades de comunicación en algunas ocasiones, y nos hemos visto a veces ante relaciones que no nos reportan bienestar. Por eso, como terapeuta, considero que es fundamental crear un espacio donde abordar este tema, sin más propósito que buscar el camino hacia nuestro bienestar… porque nos merecemos caminar por él. Y con este propósito, he organizado el Taller de Relaciones Saludables junto con mi colega y amiga Rocío Algar, para el próximo octubre. Un espacio donde poder poner luz a aquellos aspectos que nos preocupan o nos inquietan de la relación con los demás, donde poder expresar sin sentirse juzgado, donde poder intercambiar ideas sin más pretensión que el enriquecimiento mutuo, donde poder adquirir herramientas que nos aporten mayor bienestar, donde poder ser NOSOTROS.

Si estás interesado en profundizar en este tema, ponte en contacto con nosotras.


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REFERENCIAS:

Fotografía de "La Mirada de Gema": www.lamiradadegema.es


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