miércoles, 9 de abril de 2014

Lágrimas que riegan el alma





Lágrimas que riegan el alma


Ya ha llegado la primavera. La Naturaleza danza en un baile de colores, aromas, brillos… Se transforma, muestra toda su belleza. La admiramos y la disfrutamos... la estábamos esperando. Pero la Naturaleza también son hojas que se caen, árboles desnudos, plantas sin flores, ramas secas, campos amarillos… Eso también es Naturaleza.


Hace poco paseaba por un parque y empecé a reflexionar sobre las fases de la vegetación. Cómo “muere” para renacer pero, sobre todo, cómo esa muerte es necesaria para resurgir con esplendor. De repente, vino a mi mente la idea de que quizá nuestros ciclos vitales, nuestras crisis, nuestras “muertes” a lo largo de la vida tengan la misma función que el invierno en la Naturaleza: regar nuestra alma para que renazca florecida.


Me pregunto ¿qué pasaría si la humanidad no experimentara el dolor emocional, si estuviera en una situación de bienestar constante? No tengo una respuesta científica pero sí una teoría que contrasto, no sólo con mi propia experiencia personal, sino cada vez que acompaño en su proceso a las personas que llegan a consulta. El dolor tiene la función de movilizarnos hacia el desarrollo. “Dolor” y “duelo” tienen la misma raíz etimológica, por lo que podríamos pensar que realmente se trata del proceso de pérdida de una situación para encaminarnos a otra. Pero yo iría más allá… y es que en un proceso doloroso no sólo tenemos tendencia a buscar recuperar nuestra condición anterior, sino que la propia experiencia dolorosa puede llevarnos a un estado de mayor iluminación y consciencia.


Llegados a este punto, cabría añadir un poco más de complejidad al asunto. ¿Qué sucede con el sufrimiento? Psicológicamente, existe una diferencia entre dolor y sufrimiento. Una distinción, para mí muy clara, es la que se realiza en este artículo, donde se considera que “el dolor nos remite a una vivencia anclada en algún tipo de sensación concreta e identificable […] que está ocurriendo en un espacio concreto, el cuerpo, y durante un tiempo determinado. El dolor, si atendemos a esa acepción, nos remite al presente”. Respecto al sufrimiento, señala que “se nutre y ubica en el lugar contrario: un tiempo y un espacio distintos del momento presente […]. Sufrimos por lo que ocurrió o por lo que creemos que ocurrirá, o bien por lo que creemos que está aconteciendo. […] Es el producto de una construcción mental, de una interpretación. Como decía Buda: el sufrimiento no es real”. Por tanto, se puede intuir que mientras el dolor si encaja en la idea de funcionalidad y evolución, el sufrimiento está muy alejado de la misma… 


No sé por qué, siento cierta inquietud con esta conclusión. ¿Acaso hay alguien que no haya sufrido alguna vez, que haya experimentado un dolor prolongado por algo que sucedió en pasado, por ejemplo? ¿Qué nos lleva a sufrir? ¿Forma parte de la condición humana? De nuevo, no puedo aportar más que otra teoría personal. Al hacerlo, quiero romper una lanza por el sufrimiento. Atenderlo y entenderlo. Quizá sea una construcción mental pero creo que hay algo, en un nivel más profundo, que nos lleva a generarlo. Quizá sea algo que se encuentra en el inconsciente colectivo de la humanidad. Quizá sea una angustia existencial anclada en el hombre en el mismo momento en que es consciente de su existencia y busca comprenderla. Quizá el sufrimiento se calme en la medida que esa angustia se transforme en sentido existencial. Quizá tan sólo necesitamos darnos permiso para existir...


Parece que la gran diferencia entre dolor y sufrimiento es que, mientras el primero es ineludible, el segundo puede darse en mayor o menor medida (y llegar a no darse?). Alejandro Jodorowsky dijo que "el dolor es un aspecto inevitable de nuestra existencia mientras que el sufrimiento depende de nuestra reacción frente a ese dolor". Todo estribará en el nivel de conexión con la angustia existencial que sintamos y de los recursos de los que dispongamos para integrar el sentido de la existencia, los cuales tienen mucho que ver con nuestra experiencia vital. El camino es lograr que esas lágrimas únicamente rieguen... sin ahogar.


Sé que todo lo que aporto aquí son conjeturas, algunas de ellas bastante abstractas y complejas, por lo que continuaré profundizando estas ideas más adelante. Mi intención tan sólo ha sido empezar a reflexionar e intentar dar un poco de luz a algo tan humano como el dolor y el sufrimiento para, así, darnos el permiso de trascenderlos y... FLORECER.






REFERENCIAS: